
Disfruto como el que más del trabajo de los grandes creadores de audiovisuales de pesca. No obstante, sin ningún ánimo de comparación, sin grandes peces ni peleas imposibles, esta humilde contribución quizás sea más representativa de lo que suele ser una jornada de cualquier pescador de a pie, como yo mismo.
Una corriente ocultando una gran trucha común moderadamente activa, sin dificultades de acercamiento, sin viento, con espacio sobrado para lanzar… En fin, un caso visto para sentencia.
El rechoncho escarabajo que ha sido una de las estrellas de estos últimos días, cae con calculada brusquedad aguas arriba en el carril de alimentación del pez. Una silueta acuosa, que gana definición por momentos, muestra de pronto un morro amenazador justo junto al bicho… para volver a desdibujarse de inmediato en su camino de regreso al fondo.
—Muestras interés, eh? —me digo mientras sustituyo el escarabajo por una cigarra más grande—, pues de ésta no pasa.
Se repite la escena anterior, pero esta vez la trucha asoma todas las fauces y se zampa mi cigarra. Clavo; un par de potentes cabezazos salpican espuma; todo marcha según lo previsto. Empieza el baile.
Solo después descubro que Varo estaba listo con su cámara disparando en ráfaga.
Como pasa con el porno, la realidad en Nueva Zelanda suele ser muy distinta de lo que estamos acostumbrados a ver en la red: hay jornadas en las que, quizás, el río te dé una sola oportunidad; procura no perderla. En esta ocasión tuve oportunidad de resarcirme un poco más adelante. En cualquier caso, pensando en el río en este momento echo de menos todo, hasta los fracasos.
El archivo no tiene banda sonora (así os ahorráis los floridos juramentos). En cualquier caso creo que ésta le vendría bien:
