Wild West: Snake River. Otoño 2000


Haciendo limpieza de viejos archivos me he encontrado recientemente con unos someros apuntes —olvidados hace tiempo— que tomé hace ya veinte años durante un viaje a Estados Unidos. Como no pintan nada en un disco duro irán apareciendo por aquí, acompañados de unas diapositivas de aquel tiempo.


Teton range. Wyoming

Desde la zona de aparcamiento de Schwabacher, la vista de la cordillera de los Teton es espectacular. Aparte del paisaje, lo que primero llama la atención es que las papeleras son a prueba de osos. El cartel que indica que estás en bear country te recuerda la obligación obvia de no abandonar basura, pero tampoco nada comestible que pudiera atraerlos. Hay que tener en cuenta que para un oso, la categoría de comestible engloba cosas tan peregrinas como desodorantes en espray, grasa o aceite mineral… incluso bolsas de plástico que no contengan más que el aroma de algo remotamente sabroso. Se diría que la atracción por la “comida basura” afecta a todo ser vivo en USA; en el caso de los grizzly esta comida fácil les trae problemas, y no solo dietéticos: en los encuentros entre humanos y osos a la postre siempre pierden estos últimos.

Cruzamos un pequeño canal con alguna presa de castores y atravesamos a ojo el bosque, frondoso pero limpio, que por fuerza ha de terminar en el cauce principal. Abundan los troncos caídos, más bien tumbados —son inconfundibles las trazas de los dientes de los castores—, que nos obligan a saltarlos para seguir nuestro camino. Pienso en la impotencia de estos grandes pinos ante cualquiera armado de hacha o motosierra, o ante una familia de castores con un nuevo proyecto de presa para construir. Si alguno de estos grandes ejemplares derribados pudiera gritar sería espeluznante, pero, en su discreción, ni siquiera profieren una queja por las heridas que darán con ellos en tierra.
Aparte de osos, el parque nacional Grand Teton también cuenta con algunos bisontes y muchos alces. Mucho cuidado con estos últimos —guardo un buen susto para no olvidar.


El Snake es enorme. Intimida. No sólo no es vadeable en ningún punto, sino que en muchos lugares no puede uno ni mojar las botas. Siendo un río regulado por embalse su caudal es variable; en esta ocasión de principios de otoño de 48 metros cúbicos por segundo, pudiendo llegar a alcanzar los 418 en junio; todo en función de las necesidades de riego que gobiernan el funcionamiento de la presa.
Los troncos caídos sobre el cauce, las solapas de las orillas socavadas, las playas de canto rodado… crean zonas de agua más mansa en este mar que corre apresurado hacia el sur. En estos lugares buscaremos las truchas —las salvajes “gargantas cortadas” de la subespecie específica de este río—, generalmente con moscas secas atractoras de un tamaño y aspecto que aquí nos asombraría —los nombres School Bus o Turck’s Tarantula ya sugieren algo, ¿no?.
La ausencia de actividad visible nos obliga a pescar al agua, trabajando las orillas con nuestros lances. Debido a lo peligroso del río, se recomienda a quien pesca vadeando no meterse más allá de la rodilla; puedo corroborar por experiencia propia que es mejor seguir el consejo a rajatabla —otro susto gordo inolvidable.

Snake River. Wyoming


Como en otros de los grandes ríos del Oeste resulta más indicado la pesca desde drift-boat, embarcación de remo y fondo plano específicamente diseñada para bajar derivando sin problemas hasta por los rápidos más turbulentos. Es un método que permite cubrir gran cantidad de agua, pescando mientras el remero maniobra para conseguir una deriva lenta de la embarcación, y que también permite alcanzar zonas imposibles para quien vadea, donde se puede anclar y concentrarse en la pesca a pie. La oferta es amplia: desde alquiler de embarcaciones —no es la mejor opción en el Snake pues es un río peligroso también para quien no domine la técnica de la deriva— hasta contratar un guía. Si volviera a pescar este río la opción que escogería sería esta última. Sin embargo, las frecuentes oscilaciones de caudal a lo largo de la temporada crean gran número de canales laterales que pueden interpretarse como ríos en sí mismos y en los que es posible encontrar truchas comiendo en superficie a las que habrá que presentar imitaciones más en la línea de lo que estamos acostumbrados. La abundancia de truchas es evidente, y al decir de todas las informaciones la Cutthroat es una de las especies de trucha más condescendiente con aquellos pescadores carentes de una técnica depurada.

Las chicas son guerreras

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