El lanzado a mosca es una actividad única; y no lo digo llevado por la pasión sino por pura objetividad.
Hay muchas disciplinas centradas en impulsar un objeto hacia un objetivo al frente: dardos, frisbee, baseball, tenis, pelota vasca…
Unas impulsan el objeto directamente (dardos) mientras que otras emplean una herramienta para hacerlo (tenis), pero no hay ninguna que requiera un golpe trasero que exija la misma velocidad, trayectoria y, en suma, dificultad y control, que plantea el golpe delantero.
Por tanto, en el lanzado a mosca no basta con entrenar el lance delantero, hay que trabajar igualmente el lance trasero pues ambos tienen la misma importancia e influencia en el resultado final. De ahí el título de este articulito. Y ese 50% se queda corto en el caso de que nunca te hayas preocupado de mirar qué es lo que pasa ahí detrás.
El ejercicio que muestro en el vídeo es uno de los que más me gustan para trabajar este aspecto.
Colocamos dos objetivos: uno al frente; el otro detrás. El juego consiste en presentar la mosca en el lance trasero con precisión. Empezaremos mirando a la diana; cuando ya hayamos cogido cierta destreza lo haremos sin mirar (pescando no andamos mirando atrás), comprobando si hemos sido precisos solo después de que el golpe de lanzado trasero haya terminado.